viernes, 24 de mayo de 2013

COMPLEJO ARQUEOLÓGICO DE HUACA CHOTUNA CHORNANCAP



"UNIVERSIDAD NACIONAL


PEDRO RUIZ GALLO"


FACULTAD DE CIENCIAS HISTÓRICO SOCIALES Y EDUCACIÓN


ESCUELA PROFESIONAL DE EDUCACIÓN PRIMARIA


DEPARTAMENTO ACADÉMICO DE CIENCIAS DE LA EDUCACIÓN



ASIGNATURA             :           PERSONA Y SOCIEDAD (II)



TEMA                         :          COMPLEJO ARQUEOLÓGICO DE HUACA 
                                             CHOTUNA DE CHORNANCAP


ALUMNA                    :           SILVIA PINEDO VÁSQUEZ



DOCENTE                  :           DR.CS.AGUSTÍN RODAS MALCA



FECHA                      :          20/05/13
                                                                                                                     

CICLO                       :           IV



AULA                        :           715




LAMBAYEQUE – PERÚ.



CHORNANCAP


DESCRIPCIÓN

Ubicado en el distrito de San José a 08 kilómetros de Lambayeque y ocupa 1/2 hectárea del complejo Arqueológico Chotuna Chornancap, tiene unos 200 metros de área construida, donde la fachada genera impacto al instante porque es una réplica exacta de la fachada del templo de Los Frisos, descubierta en 1940 en esta zona del país. En el Museo de Sitio Chotuna Chornancap, se pueden apreciar diversas escenas ocurridas hace 1.250 años d.C., además de conocer una extraordinaria historia. Se puede apreciar el mítico desembarco del Naylamp, mitad héroe y mitad dios, a través de óleos y mediante la recreación de una impresionante escena en la que se incluye a 25 maniquíes y un fondo musical. El Museo es un lugar en donde se exhiben joyas de oro y plata, ornamentos y emblemas de los antiguos gobernantes del Perú, este mismo lugar es donde nació la cultura Lambayeque y de la dinastía que luego reinó en todo el valle. Este nuevo museo ha sido edificado con un patrón arquitectónico que reproduce la fachada del Templo de los Frisos de Huaca Gloria, ubicada en el complejo arqueológico de Chotuna-Chornancap, que generará al visitante la impresión de su ingreso y acceso a un templo sagrado de la cultura Lambayeque. El museo conserva el contexto constructivo de la zona arqueológica, no solo por ser de adobe barro y estar enlucido como lo hacían antaño, sino que el lenguaje de las formas y símbolos mantienen la quietud histórica de quienes levantaron estas estructuras. Por razones de conservación y de espacio se ha priorizado dos de las 33 osamentas de sacrificios humanos: de un niño con cabello conservado y una mujer adulta con Spondylus en las manos de la época Chimú-Inca, que data del siglo XV después de Cristo. También se encuentran los mejores trabajos científicos llevados a cabo por los primeros investigadores que intervinieron en la zona en los últimos 100 años. Entre ellos destacan los de Enrique Brüning, Hernán Trimborn y Christopher Donan, incluyendo los últimos hallazgos del Proyecto Arqueológico Chotuna - Chornancap 2006 - 2011.


Complejo Arqueológico Huaca Chotuna Chornancap

A 12 km al oeste de la ciudad de Chiclayo (15 minutos en auto), ubicado en el distrito de San José y Lambayeque. Es uno de los principales monumentos arqueológicos que se conservan casi intactas a pesar de los años y la acción depredadora del hombre.

Huaca Chotuna
  
Este conjunto de pirámides truncas y recintos se extiende sobre un área de     aproximadamente 20 hectáreas. A este lugar se le identifica con la leyenda de Naymlap y la fundación de la cultura Lambayeque. Según dicha leyenda, el propio Naymlap ordenó la construcción de uno de los templos del complejo, conocido como Chot, lugar donde puso un ídolo de piedra color verde conocido como Ñam Pallec. Hasta hoy los pobladores temen y respetan a la huaca, pues piensan que en las profundidades de la tierra aún están Naymlap y sus descendientes.
La fachada del templo se encuentra adornado con impresionantes figuras que evocan las actividades de la época.
Se emplaza sobre una extensa llanura arenosa. La superficie está formada generalmente por la presencia de médanos estables, algunos de los cuales han sepultado parcialmente importantes estructuras arquitectónicas y otras que posiblemente han cubierto edificaciones o rasgos arquitectónicos menores. De los reconocimientos superficiales realizados, se constata la presencia de posibles áreas de cementerios y de viviendas.

  
PRESENTACIÓN

El Complejo Chotuna Chornancap es un conjunto monumental ubicado en la región Lambayeque. Históricamente se le asocia a la leyenda de Ñaylamp, una de las tradiciones orales más significativas en el mundo ancestral andino. Desde el año 2006, el Estado peruano, a través del Ministerio de Cultura y la Dirección del Museo Arqueológico Nacional Brüning de Lambayeque, viene efectuando investigaciones arqueológicas, etnográficas y etnohistóricas para reconstruir el desarrollo histórico y cultural de este sitio arqueológico desde sus orígenes, así como su funcionamiento, reocupación y abandono. A finales del año 2011, las excavaciones arqueológicas llegaron a uno de los episodios más significativos al documentarse el hallazgo en Chornancap del contexto funerario de un personaje de la más alta jerarquía de la élite de la Cultura Lambayeque del siglo XII y XIII d.C. En una compleja tumba y acompañada por ocho individuos, se encontró una sacerdotisa, quien fuera sepultada con sus bienes, símbolos, emblemas y ornamentos de rango, investidura y poder.
Este descubrimiento confirma el rol protagónico de las sacerdotisas en la costa norte del Perú y abre el debate sobre el acceso de la mujer al poder y religiosidad. La presente muestra, organizada por el Proyecto Chotuna Chornancap, el Museo Arqueológico Nacional Brüning, la Unidad Ejecutora 005 – Naylamp, Lambayeque, y la Dirección de Museos y Bienes Muebles del Ministerio de Cultura, expone parte de las ofrendas más representativas del contexto funerario de este personaje que simboliza la religiosidad y el poder político en una sociedad compleja como la Cultura Lambayeque.
Los pueblos con o sin escritura, han contado su pasado a través de narraciones legendarias, gestas, epopeyas o mitos que con el tiempo se convierten en la expresión clásica de sus orígenes. En estas se encierran mensajes simbólicos que en el contexto de la arqueología e historia es necesario interpretar. Gran parte de ellas están cargadas de contenido metafórico, que hacen que se conviertan en “fantasías” para sus lectores o en posibles realidades para investigadores.


Huaca Chotuna

Ubicación y localización

El complejo arqueológico Chotuna-Chornancap está situado a 8 km al oeste de la ciudad de Lambayeque y a 4.5 km aproximadamente de la línea de la playa de San José. Políticamente se ubica en el distrito de Lambayeque, provincia Lambayeque, región Lambayeque. Se sitúa en la zona costera del norte peruano. Limita por el norte con la Comunidad Campesina de Mórrope (distrito Mórrope); por el sur con la Comunidad Campesina de San José (distrito San José); por el este con campos de cultivo y la ciudad de Lambayeque (distrito Lambayeque); y por el oeste con campos de cultivo y el Océano Pacífico (distritos de San José y Mórrope).
El complejo Chotuna-Chornancap es un importante monumento arqueológico. Conserva gran parte de su monumentalidad, casi intacta a pesar del paso de los años y la acción depredadora del hombre. Se emplaza sobre una extensa llanura arenosa, cubriendo un área aproximada de 95 hectáreas. Su superficie está formada generalmente por la presencia de dunas estables, algunas de las cuales se hallan sepultando parcialmente importantes estructuras arquitectónicas; otras posiblemente han cubierto totalmente edificaciones o rasgos arquitectónicos menores que se caracteriza por elaborar cerámica con arcilla conocida como caolín, pero sobre todo que muestra un característico sello de color, acabado y decoración. El conjunto de ofrendas de cerámica, representada por platos, cuencos, finas jarras, “floreros”, que revelan a simple vista la extraordinaria belleza e inconfundible identidad cajamarquina definida a partir de las imágenes pintadas tanto en el interior como exterior de las mismas, corresponderían a lo que se conoce como estilo Cajamarca Costeño. En la parte este de la tumba, en el mismo nivel de la cerámica Cajamarca Costeño, se definió un conjunto de ofrendas de cerámica con la clásica representación de botellas de doble cuerpo en forma de Spondyllus, y vasijas escultóricas, de clara filiación cultural Lambayeque Tardío (1100–1350 d.C.); estas ofrendas constituyeron un claro indicio para confirmar la hipótesis sobre la existencia de la tumba de un personaje de alta jerarquía, que estaba recibiendo ofrendas simbólicamente diferenciadas en su sepultura. Al respecto, hay que destacar que la ubicación de la cerámica Lambayeque, puede ser entendida por el ámbito donde se encuentra pero las vasijas de estilo Cajamarca Costeño podrían interpretarse como el afianzamiento de los vínculos y lazos que el personaje sepultado en la tumba habría sostenido con la región cajamarquina.
De existir estos vínculos, podrían interpretarse como de índole familiar (por matrimonios), de relaciones territoriales o probablemente como circunstancias de intercambio de productos y recursos (comercio); pero estos confirman una estrecha e histórica relación entre estos dos grupos contemporáneos, que reafirman sus vínculos no sólo en la vida, sino en la muerte. Adicionalmente, se ha reflexionado sobre la posibilidad de que la presencia de este conjunto de cerámica de estilo “foráneo”, pero de aparente producción local, forme parte del afianzamiento de un vínculo más profundo que tiene que ver con el tema del agua. Tema que genera la fertilidad y ello por la razón de que el agua que se descarga por los valles de la región Lambayeque, tiene origen en las vertientes andinas de Cajamarca. Por lo tanto, este recurso hídrico de vital significado constituyó históricamente y hasta hoy el aporte generoso de Cajamarca para que los campos de Lambayeque sean fertilizados con éxito, lo que conlleva a una relación que se afianza y fortalece a nivel político, religioso y productivo, pero que se origina desde el aprovechamiento de la expresa voluntad de la naturaleza.
Al retirar las ofrendas de cerámica, se hallaron dos mantos o telas pintadas: uno extendido hacia el este y el otro doblado al oeste. El primero de estos posee forma rectangular de 6m² y presenta una reveladora simbología que identifica un tema emblemático y recurrente en la iconografía de la Cultura Lambayeque, que es conocida como la Ola Antropomorfa, presenta además, en el centro 90 discos de cobre de 12.5 centímetros de diámetro. El segundo manto, con las mismas características, fue colocado en el extremo oeste de la tumba y doblado en dos partes. La recuperación de esta singular ofrenda significó un reto, pero sobre todo una oportunidad de documentar en forma detallada todos los elementos que forman parte de este ornamento. La temática iconográfica que presentan ambos mantos aludirían evidentemente a una clásica composición de la Luna y el Mar, dos escenarios trascendentales en la vida de la sociedad lambayecana y sobre el cual el personaje sepultado habría tenido acceso como parte de los elementos ideológicos que identifican su condición y jerarquía semidivina.
Retirados los mantos, a pocos centímetros se identificó una estructura de planta ovoidal y en el interior una superficie compuesta por una capa de barro que registraba las improntas de pisadas de tres personas que habrían preparado barro, como si este acto se tratase de un ritual del cierre de la tumba, en una especie de “danza”, que constituye un evento inusual en contextos funerarios pero que indica la complejidad del ritual del enterramiento de la personalidad sepultada.
Efectuado el registro de este evento, a un metro se identificó un telar llano de algodón nativo color pardo que se hallaba en muy mal estado de conservación, que cubría al fardo funerario.
Era el día 18 de octubre cuando al promediar las 10 de la mañana a 1.30 m de la ubicación del manto pintado, se halló lo que se venía esperando. Desde el fondo de la tumba emergió un rostro imperturbable originado por la extraordinaria y clásica cara-máscara Lambayeque, con ojos alados y la representación, en cobre, de lágrimas que caen de sus ojos y que expresarían el sollozo de un rostro divinizado que en la sepultura muestra un revelador y metafórico mensaje rumbo a la otra vida. Adicionalmente, se aprecia en la nariz de la máscara un elemento alargado que da la apariencia de secreción nasal que cae de su nariz y constituye el complemento a esta simbólica composición. Una corona de cobre plateado, colocada sobre la cara–máscara confirma el status del personaje sepultado, así como también un collar de 21 discos de cobre. Estos objetos reposaban sobre el fardo funerario recubierto por discos de cobre como círculos concéntricos. Curiosamente, el ataúd está ausente en este contexto, hecho que ratifica la tradición Lambayeque de enterrar a sus personajes envueltos en fardos. También aparece un objeto de cobre a manera de un bastón en cuyo extremo superior se aprecia la silueta en forma romboidal, asociado a un círculo, dando la impresión de una especie de asta muy característica en la iconografía Lambayeque. Un pequeño cetro elipsoidal en cuya cima aparece la imagen laminada, recortada y calada del conocido y mítico personaje ave Ñaylamp en cobre dorado.
Al iniciar la excavación del fardo funerario propiamente dicho, uno de los primeros ornamentos en aparecer fue el pectoral de concha blanca (conus) que cubre toda la región principal del individuo. Aparecieron también tres deslumbrantes pares de orejeras de oro: la primera con la representación de un personaje visto de frente con bastones a cada mano y con un gran tocado semilunar; otra con un círculo central y al borde el diseño de la Ola Antropomorfa; la tercera con diseño circular y en el borde una imagen en forma de estrella. Otros pares de orejeras de plata revelan también la compleja simbología; entre estos destaca un par de orejeras de plata con un personaje de frente y un bastón a cada mano (similar al de oro); y otro con la conocida representación del “animal lunar”. Una sorprendente corona de oro laminada y calada muestra una escena compuesta en la que una “mujer” con extremidades superiores e inferiores que rematan en forma de garra reposa sentada sobre la luna creciente y tiene un telar al frente; esta se halla en el interior de un típico palacio Lambayeque con doble techo con la conocida forma del ave mítica. Esta imagen alude al parecer al ser lunar que aparece en el área andina desde épocas muy tempranas. Un primer vaso en forma alargada de cobre plateado ubicado al lado derecho de la extremidad superior del personaje, se convierte en el ornamento que también cumplió la función de sonaja y permite identificar o vincular al individuo sepultado con otras representaciones en el arte de la cultura Lambayeque. Dos grandes cuchillos de cobre hacia la parte media del fardo, y decenas de vasijas de cerámica Lambayeque y Cajamarca Costeño, complementan el contenido de la compleja parafernalia ritual. Un ornamento de extraordinaria calidad artística elaborado en lámina de oro aparece hacia la parte superior izquierda del personaje principal (a la altura de la mano izquierda) y evidentemente revolucionó el contexto funerario pues confirma indiscutiblemente el elevado status del individuo que lo usó en vida. Se trata de un bastón ceremonial o cetro de mando de oro de aproximadamente 23 cm de largo con un extremo alargado laminado con la representación de un clásico personaje Lambayeque, que aparece de pie sobre un podio con el gesto ritual con los brazos en alto, en aquella conocida actitud de “Mochar” (besar el aire). El personaje presenta elementos repujados en su rostro y calados hacia los lados de su cuello; y hacia los extremos emergen felinos estilizados (conocidos también como dragones) y sobre su cabeza una pequeña corona como si se tratara del cuerpo de un ave en picada. Adicionalmente, como complemento aparece el techo de un palacio Lambayeque con la clásica representación del cuerpo del ave mítica, llamada por rectángulo punta. En este techo se aprecia también repujado el símbolo de la voluta u ola Lambayeque”, formó también parte del contenido del fardo y constituye uno de los principales bienes de la función sacerdotal del personaje sepultado. Láminas de cobre plateado recamadas debieron representar las vestimentas, así como láminas ovaladas que dan la idea de plumas, en clara alusión a la simbólica y aparente condición “ornitofomorfa” del individuo sepultado. Aparecieron también complejos pectorales de miles de cientos de cuentas de concha Spondyllus de color blanco, rojo y turquesa, así como Conus y Strumbus que deben contener singulares iconografías cuya recuperación fue todo un reto; vasos bimetálicos de oro y plata reafirman el mensaje de la dualidad presente en este contexto funerario, láminas repujadas con diseños de personajes asoman en la tumba, y un par de collares de idolillos de oro y plata refuerzan la condición importante del personaje .
Al retirarse los objetos del fardo funerario se definió claramente la osamenta del personaje central pues portaba brazaletes de esferas de oro y otro par de concha con diseños aún no determinados. Al retirar la lámina de cobre plateado que cubría el rostro del personaje se aprecia en su real magnitud el cráneo que luego de las evaluaciones realizadas por los antropólogos físicos Mario Millones (Perú), Haagen D. Klaus (USA) y Catherine Gaither (USA) certificaron que se trataría de un personaje de sexo femenino entre 45 a 55 años de edad que presenta una deformación craneal occipital típica de personajes de elite (tal como se registran para la sociedad mochica). Esta identificación produce un inusitado cambio en la perspectiva interpretativa acerca del personaje y de la sociedad Lambayeque en su conjunto, pues tradicionalmente se entendía que sólo los personajes varones tenían acceso al poder político y religioso salvo las sacerdotisas excavadas en la década del 90 en el sitio arqueológico San José de Moro de Chepén (Castillo y Donnan 1994). La confirmación del sexo femenino del personaje central nos sitúa en una condición interpretativa singularmente extraordinaria al tener la oportunidad de documentar científicamente a una de las primeras sacerdotisas de la Cultura Lambayeque.
La revelación del sexo del personaje central acompañada por todo el conjunto de ofrendas que se han encontrado en individuos que forman parte del contexto marina decorando los lados, al cual se han adicionado piezas móviles a manera de colgajos que generan un sorprendente efecto visual. Este ornamento expresa una imagen divina de reconocida difusión en el arte Lambayeque y que corresponde a una deidad que aparece con el mismo gesto, pero asociado a diferentes elementos en el territorio de la costa norte. Otro objeto que por su soberbia calidad artística ha deslumbrado, lo constituye un pequeño cuenco de plata con complejas escenas repujadas en la superficie externa. Muestran un mensaje de profundo contenido religioso y simbología que incluye el mar, aves, felinos, serpientes y seres mitológicos que, en suma, expresa parte del universo ceremonial de esta sociedad o probablemente guarda una historia que cuenta el viaje de estos personajes por el mar como medio para lograr su divinización. Sin duda, este cuenco, que podríamos calificar como el “cáliz funerario en su compleja tumba, nos permitirá conocer las posibles actividades ceremoniales que desempeñaba este personaje y su relación con la población en el escenario jerárquico, pero sobre todo los vínculos que fue capaz de mantener con espacios próximos como Cajamarca, La Libertad y especialmente el Ecuador, generando una esfera de poder muy compleja y de grandes distancias y acceso a recursos y bienes exóticos.
Resulta importante el hecho de que esta sepultura forme posiblemente parte de un conjunto de sepulturas de personajes de la elite Lambayeque que mantienen a Chornancap como uno de los escenarios religiosos de singular valor ceremonial por su cercanía al mar, considerado éste, además, como el territorio del legendario y mítico Ñaylamp. Hoy sabemos con mayor autoridad científica que las antiguas sociedades de nuestro país, especialmente la Lambayeque (al igual que sus antecesores los mochica), incorporaron a mujeres en el ámbito del poder y del manejo de la religiosidad. Sea esto por razones de incluir al género en el espacio del poder, o como un recurso de naturaleza estrictamente política. El individuo está ubicado sentado al oeste de la tumba junto a sus ornamentos de rango religioso y divino. Esta posición resulta intencional debido a que al oeste se ubica el mar, lugar de la aparente procedencia de sus ancestros, y el individuo estaría relacionado simbólicamente a la temática Ola Antropomorfa. Tal vez esta sacerdotisa representa la cabeza de la ola que aparece frecuentemente en el arte de la Cultura Lambayeque. El individuo mira al este, que es el escenario del territorio del reino de la Luna, elementos de su total dominio y que permiten aproximarnos a que la sepultura hace alusión a su capacidad simbólica de ingresar a la profundidad del mar, volar como ave (Narváez 2011), o aproximarse a la Luna, que es el elemento celeste; características que muestran a un ser divinizado en su época e inmortalizado en su tumba. La sacerdotisa estaba acompañada por una mujer muy joven en su cabecera asociada a un camélido, tres acompañantes al sur y dos al norte, un acompañante al este y la cabeza de un último individuo. Hay algunos detalles que por la propia naturaleza y magnitud del hallazgo han empezado a remarcarse. El Complejo Chotuna-Chornancap, asociado a la tradición oral de la leyenda de Ñaylamp, empieza a tener sentido, porque los personajes que habían sido los protagonistas en la narrativa de esta historia, no habían podido documentarse en el territorio donde aparecen según el relato, y hoy la tumba, ubicada en el Palacio de Chornancap, permite identificar el status del personaje, su autoridad política y religiosa, pero sobre todo reconocer las relaciones que habría establecido no sólo en el ámbito local, sino macro regional.
Con respecto a los categóricos argumentos arqueológicos documentados en Chornancap, resulta indiscutible que la arquitectura del trono al norte y el palacio al sur de Chornancap, constituyen elementos que reflejan no sólo una lectura espacial y de función, sino un mensaje de la existencia de una élite que hoy podemos reconocer gracias al magistral relato de Ñaylamp, todo hace indicar que los elementos registrados en la tumba concurren en un mensaje donde el mar y las aves constituyen los principales íconos, de igual forma como es reportado en la leyenda. El acontecimiento del hallazgo del fardo de la sacerdotisa significa, para nuestro entender, el inicio de un extraordinario camino que convertirá la leyenda del misterio en realidad.

  
COMPLEJO ARQUEOLÓGICO DE HUACA CHOTUNA

En el siglo XVI, el cronista Miguel Cabello de Balboa registró para la posteridad la famosa leyenda de Naylamp, considerado el fundador del antiguo reino del Lambayeque (cuyo período de desarrollo se situó entre el 800 d.C y el 1350 d.C). Según el español, un importante señor habría llegado a las costas de esa región en una embarcación que era acompañada por una gran flota de balsas. El ilustre personaje se habría asentado cerca de la playa, y allí habría construido un imponente templo. En él, habrían adorado a un ídolo que tenía el mismo rostro del caudillo, a quien llamaron Llampallec, que quiere decir Naylamp.
El mítico escenario al que se refería el cronista es el que hoy se conoce como el complejo arqueológico Chotuna Chornancap, un lugar sagrado ubicado a 15 kilómetros de la ciudad de Lambayeque, la importancia de este recinto radica en ser la presunta cuna de la cultura lambayecana.
Uno de los vestigios más importantes del complejo es la fachada de un templo adornado con frisos en bajorrelieve, ubicado en la huaca Gloria y descubierto por Christopher Donany en 1941. Se presume que en un inicio la fachada tenía unos 30 metros de largo. Actualmente el espacio solo cuenta con 16 metros de largo, cinco de ancho y 26 de fondo.
La fachada principal del templo muestra un panel de relieves en los que se puede apreciar hasta cinco serpientes bicéfalas ubicadas una junto a la otra. Al lado de ellas, se aprecian dos animales parecidos a ardillas. En el entorno y para completar la iconografía aparecen peces, aves y serpientes. Además en la parte superior, logran verse varios paneles cuadrangulares que encierran la representación de seres antropomorfos y zoomorfos.
Los frisos que adornan el sector norte de la huaca Gloria muestran, también, un ave volando en picada con la intención de atrapar un pez, este trazo constituye un sello indiscutible de la cultura Lambayeque y de su relación con la leyenda del Señor de Naylamp. Otros expertos coinciden en que el conjunto de relieves manifiesta la cosmovisión de los antiguos pobladores de Lambayeque, quienes tuvieron como inspiración al mar, los peces, las aves y otros elementos asociados a la costa de la región, como es el caso del fenómeno de El Niño.

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