"UNIVERSIDAD NACIONAL
PEDRO RUIZ GALLO"
FACULTAD DE CIENCIAS HISTÓRICO SOCIALES Y EDUCACIÓN
ESCUELA PROFESIONAL DE EDUCACIÓN PRIMARIA
DEPARTAMENTO ACADÉMICO DE CIENCIAS DE LA EDUCACIÓN
ASIGNATURA : PERSONA Y SOCIEDAD (II)
TEMA : COMPLEJO ARQUEOLÓGICO DE HUACA
CHOTUNA DE CHORNANCAP
ALUMNA : SILVIA PINEDO VÁSQUEZ
DOCENTE : DR.CS.AGUSTÍN RODAS MALCA
FECHA : 20/05/13
CICLO : IV
AULA : 715
LAMBAYEQUE – PERÚ.
CHORNANCAP
DESCRIPCIÓN
Ubicado en el distrito de San José a 08 kilómetros de Lambayeque y ocupa 1/2 hectárea del complejo Arqueológico Chotuna Chornancap, tiene unos 200 metros de área construida, donde la fachada genera impacto al instante porque es una réplica exacta de la fachada del templo de Los Frisos, descubierta en 1940 en esta zona del país. En el Museo de Sitio Chotuna Chornancap, se pueden apreciar diversas escenas ocurridas hace 1.250 años d.C., además de conocer una extraordinaria historia. Se puede apreciar el mítico desembarco del Naylamp, mitad héroe y mitad dios, a través de óleos y mediante la recreación de una impresionante escena en la que se incluye a 25 maniquíes y un fondo musical. El Museo es un lugar en donde se exhiben joyas de oro y plata, ornamentos y emblemas de los antiguos gobernantes del Perú, este mismo lugar es donde nació la cultura Lambayeque y de la dinastía que luego reinó en todo el valle. Este nuevo museo ha sido edificado con un patrón arquitectónico que reproduce la fachada del Templo de los Frisos de Huaca Gloria, ubicada en el complejo arqueológico de Chotuna-Chornancap, que generará al visitante la impresión de su ingreso y acceso a un templo sagrado de la cultura Lambayeque. El museo conserva el contexto constructivo de la zona arqueológica, no solo por ser de adobe barro y estar enlucido como lo hacían antaño, sino que el lenguaje de las formas y símbolos mantienen la quietud histórica de quienes levantaron estas estructuras. Por razones de conservación y de espacio se ha priorizado dos de las 33 osamentas de sacrificios humanos: de un niño con cabello conservado y una mujer adulta con Spondylus en las manos de la época Chimú-Inca, que data del siglo XV después de Cristo. También se encuentran los mejores trabajos científicos llevados a cabo por los primeros investigadores que intervinieron en la zona en los últimos 100 años. Entre ellos destacan los de Enrique Brüning, Hernán Trimborn y Christopher Donan, incluyendo los últimos hallazgos del Proyecto Arqueológico Chotuna - Chornancap 2006 - 2011.
Complejo
Arqueológico Huaca Chotuna Chornancap
A 12 km al oeste de la ciudad de Chiclayo (15 minutos en auto),
ubicado en el distrito de San José y Lambayeque. Es uno de los principales
monumentos arqueológicos que se conservan casi intactas a pesar de los años y
la acción depredadora del hombre.
Este conjunto de pirámides truncas y recintos se extiende sobre un
área de aproximadamente 20 hectáreas.
A este lugar se le identifica con la leyenda de Naymlap y la fundación de la
cultura Lambayeque. Según dicha leyenda, el propio Naymlap ordenó la
construcción de uno de los templos del complejo, conocido como Chot, lugar
donde puso un ídolo de piedra color verde conocido como Ñam Pallec. Hasta hoy
los pobladores temen y respetan a la huaca, pues piensan que en las
profundidades de la tierra aún están Naymlap y sus descendientes.
La fachada del templo se encuentra adornado con impresionantes figuras
que evocan las actividades de la época.
Se emplaza sobre una extensa llanura arenosa. La superficie está
formada generalmente por la presencia de médanos estables, algunos de los
cuales han sepultado parcialmente importantes estructuras arquitectónicas y
otras que posiblemente han cubierto edificaciones o rasgos arquitectónicos menores.
De los reconocimientos superficiales realizados, se constata la presencia de
posibles áreas de cementerios y de viviendas.
PRESENTACIÓN
El
Complejo Chotuna Chornancap es un conjunto monumental ubicado en la región
Lambayeque. Históricamente se le asocia a la leyenda de Ñaylamp, una de las
tradiciones orales más significativas en el mundo ancestral andino. Desde el
año 2006, el Estado peruano, a través del Ministerio de Cultura y la Dirección
del Museo Arqueológico Nacional Brüning de Lambayeque, viene efectuando
investigaciones arqueológicas, etnográficas y etnohistóricas para reconstruir
el desarrollo histórico y cultural de este sitio arqueológico desde sus
orígenes, así como su funcionamiento, reocupación y abandono. A finales del año
2011, las excavaciones arqueológicas llegaron a uno de los episodios más
significativos al documentarse el hallazgo en Chornancap del contexto funerario
de un personaje de la más alta jerarquía de la élite de la Cultura Lambayeque
del siglo XII y XIII d.C. En una compleja tumba y acompañada por ocho
individuos, se encontró una sacerdotisa, quien fuera sepultada con sus bienes,
símbolos, emblemas y ornamentos de rango, investidura y poder.
Este
descubrimiento confirma el rol protagónico de las sacerdotisas en la costa
norte del Perú y abre el debate sobre el acceso de la mujer al poder y
religiosidad. La presente muestra, organizada por el Proyecto Chotuna
Chornancap, el Museo Arqueológico Nacional Brüning, la Unidad Ejecutora 005 –
Naylamp, Lambayeque, y la Dirección de Museos y Bienes Muebles del Ministerio
de Cultura, expone parte de las ofrendas más representativas del contexto
funerario de este personaje que simboliza la religiosidad y el poder político
en una sociedad compleja como la Cultura Lambayeque.
Los
pueblos con o sin escritura, han contado su pasado a través de narraciones
legendarias, gestas, epopeyas o mitos que con el tiempo se convierten en la
expresión clásica de sus orígenes. En estas se encierran mensajes simbólicos
que en el contexto de la arqueología e historia es necesario interpretar. Gran
parte de ellas están cargadas de contenido metafórico, que hacen que se
conviertan en “fantasías” para sus lectores o en posibles realidades para
investigadores.
Huaca Chotuna
Ubicación
y localización
El complejo
arqueológico Chotuna-Chornancap está situado a 8 km al oeste de la ciudad de
Lambayeque y a 4.5 km aproximadamente de la línea de la playa de San José.
Políticamente se ubica en el distrito de Lambayeque, provincia Lambayeque,
región Lambayeque. Se sitúa en la zona costera del norte peruano. Limita por el
norte con la Comunidad Campesina de Mórrope (distrito Mórrope); por el sur con
la Comunidad Campesina de San José (distrito San José); por el este con campos
de cultivo y la ciudad de Lambayeque (distrito Lambayeque); y por el oeste con
campos de cultivo y el Océano Pacífico (distritos de San José y Mórrope).
El
complejo Chotuna-Chornancap es un importante monumento arqueológico. Conserva
gran parte de su monumentalidad, casi intacta a pesar del paso de los años y la
acción depredadora del hombre. Se emplaza sobre una extensa llanura arenosa,
cubriendo un área aproximada de 95 hectáreas. Su superficie está formada
generalmente por la presencia de dunas estables, algunas de las cuales se
hallan sepultando parcialmente importantes estructuras arquitectónicas; otras posiblemente
han cubierto totalmente edificaciones o rasgos arquitectónicos menores que se
caracteriza por elaborar cerámica con arcilla conocida como caolín, pero sobre
todo que muestra un característico sello de color, acabado y decoración. El conjunto
de ofrendas de cerámica, representada por platos, cuencos, finas jarras, “floreros”,
que revelan a simple vista la extraordinaria belleza e inconfundible identidad
cajamarquina definida a partir de las imágenes pintadas tanto en el interior
como exterior de las mismas, corresponderían a lo que se conoce como estilo
Cajamarca Costeño. En la parte este de la tumba, en el mismo nivel de la cerámica
Cajamarca Costeño, se definió un conjunto de ofrendas de cerámica con la
clásica representación de botellas de doble cuerpo en forma de Spondyllus, y vasijas
escultóricas, de clara filiación cultural Lambayeque Tardío (1100–1350 d.C.); estas
ofrendas constituyeron un claro indicio para confirmar la hipótesis sobre la existencia
de la tumba de un personaje de alta jerarquía, que estaba recibiendo ofrendas
simbólicamente diferenciadas en su sepultura. Al respecto, hay que destacar que
la ubicación de la cerámica Lambayeque, puede ser entendida por el ámbito donde
se encuentra pero las vasijas de estilo Cajamarca Costeño podrían interpretarse
como el afianzamiento de los vínculos y lazos que el personaje sepultado en la
tumba habría sostenido con la región cajamarquina.
De
existir estos vínculos, podrían interpretarse como de índole familiar (por matrimonios),
de relaciones territoriales o probablemente como circunstancias de intercambio
de productos y recursos (comercio); pero estos confirman una estrecha e
histórica relación entre estos dos grupos contemporáneos, que reafirman sus vínculos
no sólo en la vida, sino en la muerte. Adicionalmente, se ha reflexionado sobre
la posibilidad de que la presencia de este conjunto de cerámica de estilo “foráneo”,
pero de aparente producción local, forme parte del afianzamiento de un vínculo
más profundo que tiene que ver con el tema del agua. Tema que genera la
fertilidad y ello por la razón de que el agua que se descarga por los valles de
la región Lambayeque, tiene origen en las vertientes andinas de Cajamarca. Por
lo tanto, este recurso hídrico de vital significado constituyó históricamente y
hasta hoy el aporte generoso de Cajamarca para que los campos de Lambayeque
sean fertilizados con éxito, lo que conlleva a una relación que se afianza y
fortalece a nivel político, religioso y productivo, pero que se origina desde
el aprovechamiento de la expresa voluntad de la naturaleza.
Al
retirar las ofrendas de cerámica, se hallaron dos mantos o telas pintadas: uno extendido
hacia el este y el otro doblado al oeste. El primero de estos posee forma
rectangular de 6m² y presenta una reveladora simbología que identifica un tema
emblemático y recurrente en la iconografía de la Cultura Lambayeque, que es
conocida como la Ola Antropomorfa, presenta además, en el centro 90 discos de
cobre de 12.5 centímetros de diámetro. El segundo manto, con las mismas características,
fue colocado en el extremo oeste de la tumba y doblado en dos partes. La
recuperación de esta singular ofrenda significó un reto, pero sobre todo una
oportunidad de documentar en forma detallada todos los elementos que forman
parte de este ornamento. La temática iconográfica que presentan ambos mantos
aludirían evidentemente a una clásica composición de la Luna y el Mar, dos
escenarios trascendentales en la vida de la sociedad lambayecana y sobre el cual
el personaje sepultado habría tenido acceso como parte de los elementos ideológicos
que identifican su condición y jerarquía semidivina.
Retirados
los mantos, a pocos centímetros se identificó una estructura de planta ovoidal
y en el interior una superficie compuesta por una capa de barro que registraba
las improntas de pisadas de tres personas que habrían preparado barro, como si
este acto se tratase de un ritual del cierre de la tumba, en una especie de
“danza”, que constituye un evento inusual en contextos funerarios pero que indica
la complejidad del ritual del enterramiento de la personalidad sepultada.
Efectuado
el registro de este evento, a un metro se identificó un telar llano de algodón nativo
color pardo que se hallaba en muy mal estado de conservación, que cubría al
fardo funerario.
Era
el día 18 de octubre cuando al promediar las 10 de la mañana a 1.30 m de la
ubicación del manto pintado, se halló lo que se venía esperando. Desde el fondo
de la tumba emergió un rostro imperturbable originado por la extraordinaria y
clásica cara-máscara Lambayeque, con ojos alados y la representación, en cobre,
de lágrimas que caen de sus ojos y que expresarían el sollozo de un rostro
divinizado que en la sepultura muestra un revelador y metafórico mensaje rumbo
a la otra vida. Adicionalmente, se aprecia en la nariz de la máscara un
elemento alargado que da la apariencia de secreción nasal que cae de su nariz y
constituye el complemento a esta simbólica composición. Una corona de cobre
plateado, colocada sobre la cara–máscara confirma el status del personaje
sepultado, así como también un collar de 21 discos de cobre. Estos objetos
reposaban sobre el fardo funerario recubierto por discos de cobre como círculos
concéntricos. Curiosamente, el ataúd está ausente en este contexto, hecho que
ratifica la tradición Lambayeque de enterrar a sus personajes envueltos en
fardos. También aparece un objeto de cobre a manera de un bastón en cuyo
extremo superior se aprecia la silueta en forma romboidal, asociado a un
círculo, dando la impresión de una especie de asta muy característica en la
iconografía Lambayeque. Un pequeño cetro elipsoidal en cuya cima aparece la
imagen laminada, recortada y calada del conocido y mítico personaje ave Ñaylamp
en cobre dorado.
Al
iniciar la excavación del fardo funerario propiamente dicho, uno de los
primeros ornamentos en aparecer fue el pectoral de concha blanca (conus) que
cubre toda la región principal del individuo. Aparecieron también tres
deslumbrantes pares de orejeras de oro: la primera con la representación de un
personaje visto de frente con bastones a cada mano y con un gran tocado semilunar;
otra con un círculo central y al borde el diseño de la Ola Antropomorfa; la
tercera con diseño circular y en el borde una imagen en forma de estrella. Otros
pares de orejeras de plata revelan también la compleja simbología; entre estos
destaca un par de orejeras de plata con un personaje de frente y un bastón a
cada mano (similar al de oro); y otro con la conocida representación del
“animal lunar”. Una sorprendente corona de oro laminada y calada muestra una
escena compuesta en la que una “mujer” con extremidades superiores e inferiores
que rematan en forma de garra reposa sentada sobre la luna creciente y tiene un
telar al frente; esta se halla en el interior de un típico palacio Lambayeque
con doble techo con la conocida forma del ave mítica. Esta imagen alude al
parecer al ser lunar que aparece en el área andina desde épocas muy tempranas.
Un primer vaso en forma alargada de cobre plateado ubicado al lado derecho de
la extremidad superior del personaje, se convierte en el ornamento que también
cumplió la función de sonaja y permite identificar o vincular al individuo
sepultado con otras representaciones en el arte de la cultura Lambayeque. Dos
grandes cuchillos de cobre hacia la parte media del fardo, y decenas de vasijas
de cerámica Lambayeque y Cajamarca Costeño, complementan el contenido de la
compleja parafernalia ritual. Un ornamento de extraordinaria calidad artística
elaborado en lámina de oro aparece hacia la parte superior izquierda del
personaje principal (a la altura de la mano izquierda) y evidentemente
revolucionó el contexto funerario pues confirma indiscutiblemente el elevado status
del individuo que lo usó en vida. Se trata de un bastón ceremonial o cetro de
mando de oro de aproximadamente 23 cm de largo con un extremo alargado laminado
con la representación de un clásico personaje Lambayeque, que aparece de pie
sobre un podio con el gesto ritual con los brazos en alto, en aquella conocida
actitud de “Mochar” (besar el aire). El personaje presenta elementos repujados
en su rostro y calados hacia los lados de su cuello; y hacia los extremos
emergen felinos estilizados (conocidos también como dragones) y sobre su cabeza
una pequeña corona como si se tratara del cuerpo de un ave en picada.
Adicionalmente, como complemento aparece el techo de un palacio Lambayeque con
la clásica representación del cuerpo del ave mítica, llamada por rectángulo punta.
En este techo se aprecia también repujado el símbolo de la voluta u ola Lambayeque”,
formó también parte del contenido del fardo y constituye uno de los principales
bienes de la función sacerdotal del personaje sepultado. Láminas de cobre
plateado recamadas debieron representar las vestimentas, así como láminas
ovaladas que dan la idea de plumas, en clara alusión a la simbólica y aparente
condición “ornitofomorfa” del individuo sepultado. Aparecieron también complejos
pectorales de miles de cientos de cuentas de concha Spondyllus de color blanco,
rojo y turquesa, así como Conus y Strumbus que deben contener singulares iconografías
cuya recuperación fue todo un reto; vasos bimetálicos de oro y plata reafirman
el mensaje de la dualidad presente en este contexto funerario, láminas repujadas
con diseños de personajes asoman en la tumba, y un par de collares de idolillos
de oro y plata refuerzan la condición importante del personaje .
Al
retirarse los objetos del fardo funerario se definió claramente la osamenta del
personaje central pues portaba brazaletes de esferas de oro y otro par de
concha con diseños aún no determinados. Al retirar la lámina de cobre plateado
que cubría el rostro del personaje se aprecia en su real magnitud el cráneo que
luego de las evaluaciones realizadas por los antropólogos físicos Mario Millones
(Perú), Haagen D. Klaus (USA) y Catherine Gaither (USA) certificaron que se
trataría de un personaje de sexo femenino entre 45 a 55 años de edad que
presenta una deformación craneal occipital típica de personajes de elite (tal
como se registran para la sociedad mochica). Esta identificación produce un
inusitado cambio en la perspectiva interpretativa acerca del personaje y de la
sociedad Lambayeque en su conjunto, pues tradicionalmente se entendía que sólo
los personajes varones tenían acceso al poder político y religioso salvo las
sacerdotisas excavadas en la década del 90 en el sitio arqueológico San José de
Moro de Chepén (Castillo y Donnan 1994). La confirmación del sexo femenino del
personaje central nos sitúa en una condición interpretativa singularmente
extraordinaria al tener la oportunidad de documentar científicamente a una de
las primeras sacerdotisas de la Cultura Lambayeque.
La
revelación del sexo del personaje central acompañada por todo el conjunto de
ofrendas que se han encontrado en individuos que forman parte del contexto
marina decorando los lados, al cual se han adicionado piezas móviles a manera
de colgajos que generan un sorprendente efecto visual. Este ornamento expresa
una imagen divina de reconocida difusión en el arte Lambayeque y que
corresponde a una deidad que aparece con el mismo gesto, pero asociado a
diferentes elementos en el territorio de la costa norte. Otro objeto que por su
soberbia calidad artística ha deslumbrado, lo constituye un pequeño cuenco de
plata con complejas escenas repujadas en la superficie externa. Muestran un
mensaje de profundo contenido religioso y simbología que incluye el mar, aves,
felinos, serpientes y seres mitológicos que, en suma, expresa parte del
universo ceremonial de esta sociedad o probablemente guarda una historia que
cuenta el viaje de estos personajes por el mar como medio para lograr su
divinización. Sin duda, este cuenco, que podríamos calificar como el “cáliz
funerario en su compleja tumba, nos permitirá conocer las posibles actividades ceremoniales
que desempeñaba este personaje y su relación con la población en el escenario
jerárquico, pero sobre todo los vínculos que fue capaz de mantener con espacios
próximos como Cajamarca, La Libertad y especialmente el Ecuador, generando una
esfera de poder muy compleja y de grandes distancias y acceso a recursos y
bienes exóticos.
Resulta
importante el hecho de que esta sepultura forme posiblemente parte de un
conjunto de sepulturas de personajes de la elite Lambayeque que mantienen a
Chornancap como uno de los escenarios religiosos de singular valor ceremonial
por su cercanía al mar, considerado éste, además, como el territorio del
legendario y mítico Ñaylamp. Hoy sabemos con mayor autoridad científica que las
antiguas sociedades de nuestro país, especialmente la Lambayeque (al igual que
sus antecesores los mochica), incorporaron a mujeres en el ámbito del poder y
del manejo de la religiosidad. Sea esto por razones de incluir al género en el
espacio del poder, o como un recurso de naturaleza estrictamente política. El
individuo está ubicado sentado al oeste de la tumba junto a sus ornamentos de rango
religioso y divino. Esta posición resulta intencional debido a que al oeste se
ubica el mar, lugar de la aparente procedencia de sus ancestros, y el individuo
estaría relacionado simbólicamente a la temática Ola Antropomorfa. Tal vez esta
sacerdotisa representa la cabeza de la ola que aparece frecuentemente en el
arte de la Cultura Lambayeque. El individuo mira al este, que es el escenario del
territorio del reino de la Luna, elementos de su total dominio y que permiten aproximarnos
a que la sepultura hace alusión a su capacidad simbólica de ingresar a la
profundidad del mar, volar como ave (Narváez 2011), o aproximarse a la Luna,
que es el elemento celeste; características que muestran a un ser divinizado en
su época e inmortalizado en su tumba. La sacerdotisa estaba acompañada por una mujer
muy joven en su cabecera asociada a un camélido, tres acompañantes al sur y dos
al norte, un acompañante al este y la cabeza de un último individuo. Hay
algunos detalles que por la propia naturaleza y magnitud del hallazgo han empezado
a remarcarse. El Complejo Chotuna-Chornancap, asociado a la tradición oral de
la leyenda de Ñaylamp, empieza a tener sentido, porque los personajes que
habían sido los protagonistas en la narrativa de esta historia, no habían
podido documentarse en el territorio donde aparecen según el relato, y hoy la
tumba, ubicada en el Palacio de Chornancap, permite identificar el status del
personaje, su autoridad política y religiosa, pero sobre todo reconocer las
relaciones que habría establecido no sólo en el ámbito local, sino macro
regional.
Con
respecto a los categóricos argumentos arqueológicos documentados en Chornancap,
resulta indiscutible que la arquitectura del trono al norte y el palacio al sur
de Chornancap, constituyen elementos que reflejan no sólo una lectura espacial
y de función, sino un mensaje de la existencia de una élite que hoy podemos
reconocer gracias al magistral relato de Ñaylamp, todo hace indicar que los
elementos registrados en la tumba concurren en un mensaje donde el mar y las
aves constituyen los principales íconos, de igual forma como es reportado en la
leyenda. El acontecimiento del hallazgo del fardo de la sacerdotisa significa,
para nuestro entender, el inicio de un extraordinario camino que convertirá la
leyenda del misterio en realidad.
COMPLEJO ARQUEOLÓGICO DE HUACA
CHOTUNA
El mítico escenario al que se
refería el cronista es el que hoy se conoce como el complejo arqueológico
Chotuna Chornancap, un lugar sagrado ubicado a 15 kilómetros de la ciudad de
Lambayeque, la importancia de este recinto radica en ser la presunta cuna de la
cultura lambayecana.
Uno de los vestigios más
importantes del complejo es la fachada de un templo adornado con frisos en
bajorrelieve, ubicado en la huaca Gloria y descubierto por Christopher Donany
en 1941. Se presume que en un inicio la fachada tenía unos 30 metros de largo.
Actualmente el espacio solo cuenta con 16 metros de largo, cinco de ancho y 26
de fondo.
La fachada principal del templo
muestra un panel de relieves en los que se puede apreciar hasta cinco
serpientes bicéfalas ubicadas una junto a la otra. Al lado de ellas, se
aprecian dos animales parecidos a ardillas. En el entorno y para completar la
iconografía aparecen peces, aves y serpientes. Además en la parte superior,
logran verse varios paneles cuadrangulares que encierran la representación de
seres antropomorfos y zoomorfos.
Los frisos que adornan el sector
norte de la huaca Gloria muestran, también, un ave volando en picada con la
intención de atrapar un pez, este trazo constituye un sello indiscutible de la
cultura Lambayeque y de su relación con la leyenda del Señor de Naylamp. Otros
expertos coinciden en que el conjunto de relieves manifiesta la cosmovisión de
los antiguos pobladores de Lambayeque, quienes tuvieron como inspiración al
mar, los peces, las aves y otros elementos asociados a la costa de la región,
como es el caso del fenómeno de El Niño.
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